En ocasiones, hemos podido conocer a alguien (o incluso uno mism@) cuyas relaciones afectivas se caracterizaban por una gran similitud entre ellas, casi como si fuesen moldes en los que se repiten unas mismas características. Estos moldes psicológicos hacen referencia, en realidad, a modelos de relación.
Para comprender esto mejor, es importante distinguir entre los conceptos psicológicos vínculo y relación. Cuando un Psicólogo/a hace referencia a un vínculo, está llevando implícito la presencia de lazos afectivos importantes, donde está presente una forma particular de comunicarse y en la que existe un compromiso. Sin embargo, el término relación puede aludir a un nivel menor de carga afectiva y/o historia común.
Especialmente importante son aquellos vínculos de pareja, cuya significación es mayor para la persona.
Los moldes nombrados anteriormente, son modos de vincularnos con otras personas, bajo aprendizajes que fueron importantes en nuestra infancia a través de las relaciones con nuestros cuidadores (especialmente relacionado con los tipos de apego de los que hemos hablado anteriormente en otros artículos). Estos aprendizajes pueden condicionar la forma de percibir el mundo y a uno mismo. En Psicología, se suele usar la metáfora de que estos aprendizajes (esquemas de pensamiento) son las gafas con las que vemos el mundo.
En estos vínculos y relaciones tempranas, aprendimos una forma de recibir amor a través de cómo nos lo expresaron, por lo que, cuando estas personas repiten patrones de forma sistemática, puede estar relacionado con la búsqueda de esos mismos patrones. Esto está relacionado con lo siguiente: el objetivo principal del cerebro va a ser la supervivencia, por lo que este tenderá a buscar esos patrones aprendidos, ya que su cerebro es lo que relaciona con entender y percibir amor. Esto puede ser útil y beneficioso en aquellas experiencias donde el vínculo formado es sano (apego seguro) pero puede ser dañino en aquellas personas cuyos aprendizajes tempranos no fueron apropiados o cuyos cuidadores no ejercieron un papel adecuado. Sin embargo, el cerebro tiene capacidad de poder crear nuevos aprendizajes durante toda la vida, por lo que estos patrones disfuncionales pueden trabajarse en terapia psicológica para dejar de condicionar las relaciones y generar otros patrones nuevos que permitan construir vínculos más saludables.