Las familias son sistemas complejos, en los que el todo es más que la suma de las partes. Es decir, en las familias no solo se ponen en marcha aspectos (dinámicas) de la propia persona y de los que conforman esa familia, si no que, además, surgirán otras cosas nuevas entre las personas (por ejemplo: una persona puede tener un rol serio en el trabajo y un rol más desenfadado cuando está en casa con sus hijos/as).
Desde la terapia familiar, se tiene un enfoque que integra a los miembros y lo que se pone en marcha entre ellos. Muchas veces cuando las familias acuden a consulta manifiestan que les es complicado hablar de las emociones entre ellos o comunicar cómo se sienten, ya que es algo que nadie les ha enseñado a hacer y, aunque entienden la necesidad, no saben cómo afrontarlo. Esta sensación de la que hablan es completamente normal, puesto que, incluso cuando existen dinámicas poco funcionales, que están generando conflictos en la familia, es algo que lleva tiempo “conviviendo” con esa familia. Estas dinámicas “poco útiles” son conocidas para la familia, lo que genera una sensación de control o familiaridad cuando se ponen en marcha (permiten predecir con más facilidad cómo van a reaccionar los diferentes miembros de la familia al ser un patrón que se repite en el tiempo). Sin embargo, cuando introducimos cambios en estas dinámicas…
Por ejemplo:
- En la forma en la que nos comunicamos o
- En transmitir al resto cómo nos sentimos
se generan situaciones nuevas. Cuando enfrentamos estas situaciones nuevas (con el objetivo de generar aspectos positivos) hay que tener en cuenta:
- Requerirá esfuerzo. Aunque vamos a obtener un sistema familiar que va a funcionar mejor y en el que los miembros van a potenciar su bienestar, no siempre será fácil, habrá que trabajar en ello aun cuando sea incómodo.
- Se acabará normalizando esta nueva forma de actuar. Esto implica que, aunque a veces nos generará cierta incomodidad el gestionar las situaciones de una forma diferente a la que habíamos aprendido erróneamente, al repetirlo acabaremos sintiendo que esa “nueva forma” es “nuestra forma ahora”.
Con el objetivo de facilitar nuevas dinámicas proponemos la siguiente actividad en familia:
Los miembros de la casa acordarán coincidir en algún momento del día. En la mayoría de las ocasiones, este momento suele ser la hora de la comida o la cena. Cuando todos estén juntos, repartirán las “paletas de las emociones”. Estas paletas de las emociones las habrán hecho previamente con el objetivo de representar las emociones básicas. Todos los miembros de la familia han de contar algo en el día que les haya hecho sentir según la emoción que les haya tocado y, si esta emoción ha sido desagradable, qué han hecho para sentirse mejor (por ejemplo: he respirado profundamente, he cambiado de actividad, cuando estaba calmado/a he expresado cómo me sentía a un amigo/a…)
De este modo, la familia encuentra un momento en el día para comunicar cómo se sienten (y así poder tenerlo en cuenta) y para enseñarse unos a otros nuevos recursos, lo que puede favorecer un tipo de comunicación diferente. Desde Psicalma recomendamos que, cuando la familia presenta problemáticas complejas o situaciones que no saben cómo resolver es adecuado acudir a especialistas que puedan acompañaros en este camino y abordar el caso con una perspectiva rigurosa.