Tipos de memoria
Para poder responder a esta pregunta, primero hay que desmitificar alguna información que es desconocida por gran parte de la población y es que no solo existe un tipo de memoria, lo que ocurre en realidad es que existen diferentes tipos de memoria.
En muchas ocasiones, cuando reflexionamos sobre nuestra memoria es cuando nos ha podido fallar o cuando tenemos a alguien cercano que está teniendo algunas dificultades relacionadas con la memoria que le están afectando en su día a día.
Normalmente, solemos entender “la memoria” como aquella relacionada con la llamada memoria declarativa o explícita, es decir, aquella información de la que sí somos conscientes. Sin embargo, la memoria no es sólo una, si no que está compuesta por muchos tipos de memoria. Para comenzar, la memoria se divide en memoria a corto plazo y memoria a largo plazo.
Dentro de la memoria a largo plazo hay 2 grandes grupos:
- Memoria declarativa o explícita.
Ejemplo: cuando recordamos una anécdota que queremos compartir con otra persona.
- Memoria implícita o no declarativa: aquella que no es consciente.
Ejemplo: cuando montamos en bici no recordamos conscientemente las acciones que tenemos que llevar a cabo para ejecutar la acción y lograr mantenernos en equilibrio, lo llevamos a cabo de forma inconsciente.
Dentro de cada uno de estos grupos (memoria explícita e implícita) hay más subcategorías en las que cada una de ellas se encargará de un tipo de información.
Daños en la memoria
De este modo, si la memoria se dañase estaría afectando al núcleo de nuestro sistema, en la que necesitamos aprender para poder sobrevivir, reteniendo esos aprendizajes e información a través de esta capacidad de adaptación.
Sin embargo, como la memoria no es algo unitario si no compuesta por diversos sistemas, un daño en la memoria no tiene por qué afectar a su totalidad, donde tengo o no memoria como algo absoluto, si no que puede afectar a algún tipo de memoria en concreto y, dependiendo de este daño, podrá alterar algún otro sistema.
- Es aquí donde cobra especial sentido cuando conversamos con alguien que sabe pero no recuerda una información. Por ejemplo, el paciente K.C fue una persona que sufrió amnesia tras algunas lesiones cerebrales ocasionadas después de tener un accidente de moto. Aunque mantuvo su nivel de inteligencia, sufrió algunos daños en su memoria con especial afección a la información episódica de su vida, lo que se manifestaba en que K.C no podía recordar eventos vividos pero sí reconocía cosas que habían pertenecido a su vida, de modo que, por ejemplo, sabía que tenía una casa en el campo aunque no recordaba haber estado allí.
La memoria no es objetiva
¿Te ha ocurrido alguna vez que has recordado una historia y, tras compartirla con otras personas te han dicho que eso no sucedió así? Es completamente normal y tiene una explicación científica. La memoria humana es especialmente sensible a factores internos (cómo nos sentimos o cómo imaginamos, por ejemplo) y a factores externos (cómo percibimos e interpretamos la realidad, el mundo), lo que hace que podamos percibir la información de forma subjetiva y, además, poder modificar recuerdos que habíamos almacenado en nuestra memoria con el paso del tiempo, de modo que lo que almacenamos ahora quizás tendrá unos matices diferentes dentro de unos años, ya que estaremos temporalmente más alejados y nos sentiremos emocionalmente diferentes.
Desde Psicalma podemos potenciar el trabajo de la memoria para facilitar el funcionamiento de aquellos sistemas que están preservados y ayudar a aquellos que han podido verse alterados por alguna circunstancia.