El amor es un sentimiento que está presente en el ser humano, a través de él se expresa cariño, afecto, admiración… pero no todo el mundo tiene la misma forma de comprenderlo, expresarlo e incluso sentir ese amor. La cultura y la sociedad está muy presente en el concepto que las personas pueden formarse acerca del amor, por lo que desde que nacemos incorporamos información que nos hace entender de una u otra forma qué significa o cómo se manifiesta. Para saber qué concepto tiene cada uno también hay que recapacitar sobre qué figuras tuvo cerca en su infancia y de qué forma le mostraban amor.
La Psicología define el amor como una emoción básica para la supervivencia que irá adquiriendo una complejidad creciente a medida que vamos creciendo, incorporando datos que la cultura nos da (películas, entorno, televisión, redes sociales…) y también de aquellas relaciones que vamos formando.
El amor romántico está relacionado con la etimología griega, en concreto con el amor eros, aquel que se identifica con el amor pasional y, en torno a este, la Psicología encuentran distintos mitos que pueden afectar en las relaciones que las personas establecemos.
Estos mitos se basan en torno a la dependencia psicológica entre las personas que establecen la relación y de la necesidad psicológica que requieren para sustentarse. Sin embargo, los seres humanos somos interdependientes, pero no dependientes ni independientes entre nosotros. Hay que entender la interdependencia como un continuo donde en un extremo se sitúa la dependencia y, en el otro, la independencia.
A continuación, se exponen distintos mitos, que en psicología se denominan creencias, que están presentes hoy en día en nuestra sociedad:
- “El amor lo puede todo”: Esta creencia implica que el amor es suficiente para establecer o permanecer en una relación. Esto puede implicar que no se establezcan límites necesarios o no se finalice una relación (a veces se cree que la situación cambiará incluso sin introducir modificaciones sino por el sentimiento en cuestión). El amor es necesario, pero no es suficiente.
- “La media naranja”: Creer que la otra persona ha de ser igual que tú y que lo hará todo a la perfección porque “estáis hechos el uno para el otro”. Esto muchas veces implica que no se hagan peticiones en la pareja ya que el otro se presenta como alguien que adivina lo que necesitas. Este mito dificulta la resolución de problemas al no aceptar que la otra persona es diferente a ti y tiene sus propias necesidades e interpretación de las cosas, las cuales, algunas veces, pueden diferir de las propias.
- “Quien te quiere te hará llorar”: Aceptar que el amor te va a hacer daño, que se pueden aceptar comportamientos que te hieren o te duelen por creer que eso implica el afecto. Esta creencia pone a la persona en una posición de vulnerabilidad, ya que puede normalizar conductas que no son aceptables y que distorsionan la percepción de la relación, pudiendo hacer que la persona no se plantee alejarse de este modelo de relación por considerarlo normal.
- “El amor requiere darlo todo, incluso renunciar a ti mismo/a”: Este mito sitúa el amor en el centro de uno mismo, encontrando en él la razón exclusiva para ser feliz e incluso para levantarse por la mañana. Cuando esta creencia está presente, muchas veces no está permitido establecer límites sanos ya que no se permite que uno tenga su propio espacio personal e individual. Se entiende la relación como una fusión donde las personas pierden su identidad y se convierten en una sola, abandonando por completo las propias necesidades y el amor propio. Supone abandonarse a uno mismo para ejercer un rol de cuidador/a con la otra persona, lo que promoverá relaciones de dependencia.
Aunque estos son algunos de los mitos más divulgados, existen muchos más. La mayoría se caracterizan por algunos rasgos que estudia la Psicología como ser totalitaristas (se acompañan de frases como “todo” “nada”, ejemplo: eres todo para mí, sin ti no soy nada), muy normalizado en las relaciones de pareja, encontrar una motivación con uno mismo a través del otro (ejemplo: sin ti no tendría ganas de ir a ese plan… sin ti no haría nada), de dejar de escucharse por anteponer las necesidades de los demás… entre otras características. Aunque no se viva como algo extremo, en cualquier momento se puede acudir a una terapia de pareja, aunque esta funcione y sea sana, ya que, se puede fortalecer y fomentar un conocimiento mayor. Por otro lado, es importante que si una relación está generando malestar o está en un punto en el que no se sabe si se puede continuar o no, las terapias de pareja pueden guiar el trabajo en la relación o saber si puede resolverse la crisis atravesada.