Muy probablemente has experimentado lo que son los pensamientos intrusivos pero quizás no has sabido identificar que se trataba de estos al no saber exactamente qué son.
En Psicología hablamos de pensamientos intrusivos cuando estas ideas se mantienen sin salida en nuestra mente e interfieren en otras actividades que hacemos, como el poder pensar con claridad o tomar una decisión.
Pueden generar un gran malestar, ya que pueden aparecer durante mucho tiempo en la vida de la persona y vivirse como algo que de lo que es difícil escapar. Si estos pensamientos no son abordados con técnicas psicológicas adecuadas, pueden convertirse en protagonistas en la vida de la persona, favoreciendo dificultades atencionales o irrumpiendo en momentos de calma.
Estos pensamientos están relacionados con las obsesiones y la necesidad de control, puesto que al no tolerar la incertidumbre (que algo se escape de nuestras manos), el ser humano trata de predecir situaciones creyendo que así estará más preparado.
Todas las personas en ocasiones puntuales hemos podido tener algún pensamiento intrusivo como los que aparecen a continuación:
-Estar cerca de las vías del metro y que de repente aparezca un pensamiento que dice: ¿y si me caigo?
o también…
-Estar a gran altura y que aparezca un pensamiento intrusivo que dice: ¿y si me empujan?
Pese a que pueda parecer extraño en un primer momento, muchas ideas como las anteriores son experimentadas por gran parte de la población esporádicamente. Sin embargo, no son tomadas en serio y la persona las deja pasar sin tenerlas en consideración.
En cambio, muchas veces desde el ámbito clínico se encuentran personas que sufren mucho por la frecuencia, intensidad y duración de estos pensamientos. Esto interfiere en sus vidas y les impide poder estar calmados ya que en su mente suele aparecer un ruido de fondo que no cesa o como una idea que es vivida de forma nítida, apareciendo como una imagen.
Algunas de las características más comunes de estos pensamientos son:
- No son útiles: no ayudan a tomar una decisión y, aunque en un principio parece que a corto plazo alivian (la persona tiene la sensación de estar ocupándose de algo que siente que tiene pendiente resolver) a largo plazo generan más ansiedad porque se ha generado un bucle del que es difícil salir.
- No son controlables: Aparecen sin que la persona quiera que estén presentes y no sabe cómo desprenderse de ellos.
- Se vuelven cada vez más protagonistas: tienen un peso cada vez mayor en el malestar emocional de la persona.
Es fundamental pedir ayuda psicológica si estos pensamientos son detectados y generan sufrimiento puesto que se relacionan con altos niveles de ansiedad y desajuste emocional. Por último, es importante tener en cuenta que se puede vivir sin tener estas desagradables sensaciones y que puede encontrarse una solución en un ambiente seguro como es la terapia.