Lo primero que se ha de tener en cuenta es qué es la ansiedad para poder comprender mejor por qué puede estar apareciendo y cómo abordarla. La ansiedad hace referencia a una respuesta emocional en 3 sistemas: cognitivo (ej: pensamientos), fisiológico (ej: sudoración) y motor (ej: tono de voz), donde más que atribuirse a un peligro real, aparece en forma de crisis (por ejemplo, ataques de ansiedad) o estados que son persistentes, pudiendo llegar en ocasiones puntuales al pánico. Hay veces que la ansiedad puede ser confundida con otra emoción psicológica, el miedo, sin embargo, este último alude a una situación presente, mientras que la ansiedad aparece al anticipar peligros futuros, poco predecibles o difíciles de definir.
La ansiedad, como ya explicamos con anterioridad en otro artículo, tiene su función psicológica adaptativa, es decir, evolutivamente tiene una función que ayuda al ser humano, pero como el resto de emociones, cuando su intensidad, frecuencia y/o duración están alteradas, no nos estará ayudando sino que puede llegar a convertirse en algo desagradable.
Siguiendo con este punto, si una posible situación es percibida como un peligro o amenazadora, la intensidad de la emoción aumenta independientemente del peligro real de esa situación, mientras que, si la misma situación es percibida como abordable o menos amenazadora, la intensidad disminuirá. Para ello es fundamental poder contar con apoyo psicológico que ayudará a aumentar los recursos que tiene la persona para poder gestionar sus emociones y las situaciones que pueden estar requiriendo nuevas herramientas.
- Algunos síntomas que pueden aparecer en ataques de ansiedad:
- sensación de ahogo,
- opresión en el pecho,
- dificultades respiratorias,
- hormigueo,
- sensación de irrealidad,
- miedo a perder el control o a ahogarse …
- Qué hacer ante un ataque de ansiedad:
Si estás sufriendo un ataque de ansiedad o alguien a quien conoces, es importante tener en cuenta lo siguiente:
Los ataques de ansiedad en la mayoría de los casos no suelen tener una duración mayor a 45’, fisiológicamente la ansiedad no puede mantenerse durante mucho tiempo en picos altos y, además, a medida que pasa el tiempo es posible que el peligro percibido haya disminuido. Para ello podemos ayudar a recuperar un ritmo de respiración normal a través de las siguientes técnicas:
- Forzar un ritmo de respiración adecuado: Para ello nos llevaremos la mano a la boca tratando de aguantar la respiración durante 10 segundos y expulsando el aire lentamente. Al principio es improbable que pueda aguantarse durante tantos segundos, por lo que se irán aumentando el número de segundos progresivamente. Por ejemplo: aguantando la respiración durante 5 segundos y expulsando el aire en 5”, la próxima vez intentaremos aguantar 6 segundos y sino volveremos a los 5”, y así sucesivamente.
- Técnicas distractoras: Los ataques de ansiedad suelen estar acompañados por pensar o ser consciente de los síntomas que está sufriendo. Por ello se utilizan técnicas distractoras como puede ser hacer cuentas matemáticas o describir un lugar familiar para la persona.
- No tomar bebidas que puedan contener estimulantes: la ansiedad puede manifestarse con sequedad de boca, por lo que es importante no ingerir bebidas como café que ayudan a activar el Sistema Nervioso.
- Llamar a los servicios de Urgencias:
Si la persona está siguiendo una terapia psicológica puede llamar a su psicólogo/a para que le indique como proceder.
En caso de que esto no sea así y la persona esté sufriendo por primera vez un ataque de ansiedad o presenta unos síntomas que no cesan, será necesario avisar a los servicios médicos.
Los ataques de ansiedad son la punta del iceberg visible de distintas problemáticas que los sostienen, por lo que es fundamental acudir a terapia psicológica ya que, el control de estos no están solucionando la problemática real y el cuerpo está tratando de poner en aviso la situación de riesgo de la persona.