VIH, impacto en la salud mental

VIH: Impacto en la salud mental

El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Adquirida) hoy en día es una enfermedad crónica, es decir, para toda la vida, que debilita el sistema inmunitario de la persona que habita.

El VIH actualmente no es curable, es cronificable. Su tratamiento y pronóstico ha evolucionado frente a décadas anteriores, reduciendo su sintomatología y posibilitando una mejor calidad de vida física y psicológica. Actualmente, la persona en tratamiento morirá con VIH pero no de VIH

Hay que tener en cuenta que, al tratarse de una enfermedad crónica, pueden aparecer algunas emociones con el diagnóstico de este tipo de enfermedad como son la incertidumbre y el miedo sobre el transcurso de la enfermedad, que han de ser validadas por un profesional de la salud mental con el fin de realizar su gestión emocional y abordar su aceptación.

Estos son solo algunos de los aspectos que impactan en la persona al recibir el diagnóstico de una enfermedad crónica, sin embargo, el VIH cuenta con otros aspectos específicos asociados, entre los que se encuentran:

  • Impacto socio-económico en las familias
  • Estigma social

Este estigma social está erróneamente ligado a una serie de mitos, que refuerzan estas ideas falsas, algunas como:

  • VIH y SIDA son lo mismo:

Falso. El VIH puede estar presente sin que el SIDA aparezca, ya que el SIDA es el síndrome que se desarrolla al finalizar la etapa 2 del VIH (es decir, tras una década o más sin tratamiento). No hay SIDA sin VIH pero sí VIH sin SIDA.

  • Si convives con una persona con VIH te contagias:

Falso. Para que el virus pueda infectar a la persona este ha de penetrar en el organismo a través de la sangre o mucosas a través de vías: sexuales, sanguíneas y verticales. El virus no sobrevive fuera de un organismo vivo durante mucho tiempo.

  • El VIH se traslada irremediablemente al bebé en el embarazo:

Falso. Si la persona con VIH es conocedora y desea tener descendencia, puede iniciar un tratamiento en las primeras fases de la gestación. En este, existe un 98% de posibilidades de éxito en el que el virus no sea transmitido.

Por otro lado, es adecuado contar con un acompañamiento psicológico para ajustar expectativas y psicoeducar en la enfermedad, ya que estos mitos pueden favorecer la aparición errónea de emociones como la culpa que no están siendo útiles ni beneficiosas.  

Estos mitos vulneran la dignidad de la persona, pudiendo favorecer alteraciones en su salud psicológica, generando efectos como:

  • Cambios en el comportamiento
  • Cambios en las emociones
  • Síntomas ansiosos o depresivos

Las personas con VIH en tratamiento han de aprender a adquirir una serie de hábitos para convivir con esta enfermedad y promover una calidad de vida positiva, no identificando la persona a la enfermedad, sino esta como una condición añadida.

En muchas ocasiones, desde los servicios de salud sí se ofrecen pautas en relación a la medicación pero no aquellas orientadas a su gestión emocional, tanto en la persona como en la familia, aún siendo el entorno descrito como un factor psicológico protector para reducir problemas emocionales tras el diagnóstico.

Añadido a lo anterior, las personas que tienen una enfermedad crónica pueden llegar a presentar una mayor calidad de vida que las que no la tienen, ya que las revisiones periódicas permiten revisar y promover con frecuencia un adecuado estado de salud.

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