Desde que somos pequeños, el alcohol está presente en nuestros entornos, especialmente por la razón de que es una droga legal que está normalizada en la sociedad. Esta normalización implica que su consumo está muy extendido en la sociedad, tanto es así que cuando atendemos estas problemáticas en consulta, una de las frases que más solemos escuchar cuando la persona decide que no va a consumir más, es la siguiente:
“Ahora me doy cuenta de que es más fácil consumir alcohol que no hacerlo, la gente te pregunta por qué no lo haces… e incluso hay veces que te llaman raro/a al decir que no lo vas a tomar… ahí te das cuenta de que hay un grave problema social al que no quiero pertenecer”.
Además, esto dificulta que la persona sea consciente de que tiene una adicción a esta sustancia. ¿Cuántas veces hemos podido ver a alguien que había bebido demasiado, casi sin tenerse en pie, y había gente mirando hacia otro lado como si nada?
Cuando la persona se inicia en el consumo, suele ser por algunas razones como las siguientes:
- Falta de estrategias para relacionarse.
- Falta de estrategias para regularse emocionalmente.
- Autoestima negativa.
- Deseabilidad social: a mayor deseabilidad social más dificultades tiene la persona para decir no a algo que los demás sí están haciendo. En este caso, por ejemplo, sería beber alcohol cuando el grupo sí lo está consumiendo…
Es decir, cuando existe una adicción a una sustancia, a una relación o a un comportamiento, existen diferentes áreas afectadas en la persona. Algunas de estas, añadidas a las anteriores, podrían ser: la forma en la que se relaciona con las personas o las cosas, la imagen que tiene de sí misma, inseguridades que le generan malestar… Es decir, la adicción es una problemática en la que influyen muchos factores: psicológicos, antecedentes familiares, culturales, el aprendizaje o la exposición a una sustancia durante la infancia, entre otros, que ha de ser intervenido por un equipo profesional de salud mental.
Desde la Psicología se conoce que este consumo en un primer momento puede dar la falsa sensación, como ocurre en el resto de las adicciones, de empoderamiento o liberación al desconectar de aquello que genera problemas. Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, esta sensación es falsa, de modo que no solo no empodera, si no que ahora en lugar de tener que gestionar ese problema que ya tenía, tendrá otro más añadido, la dependencia a una sustancia tóxica.
En muchas ocasiones, las personas con adicciones no son conscientes de esta problemática hasta que no sufren sus efectos:
- Rechazo de otras personas, lo que puede llevar al aislamiento social.
- Gasto económico importante o deudas.
- Síntomas físicos al no consumir.
- Aumento de la tolerancia, se necesita más cantidad para conseguir algún efecto.
- No poder relacionarse o estar en el mundo sin el alcohol.
- Daños en el organismo…
Estos son solo algunos de los efectos que pueden aparecer entre otros muchos, así, las investigaciones señalan el suicidio como una variable relacionada con el consumo abusivo. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones, antes de percibir alguna consecuencia del consumo o de pedir ayuda, la persona con adicción al alcohol tiene una larga historia con la sustancia. La adicción es lo visible de un iceberg que contiene otras áreas, hasta ahora invisibles para la persona, que están verdaderamente afectadas y que, con el tratamiento psicológico y farmacológico (cuando se requiera) adecuado, pueden ser trabajadas, logrando vivir de una manera distinta, libre y acorde a los valores de la persona.