Si voy a terapia, soy débil?

Si voy a terapia, ¿es que no soy fuerte?

Años atrás, cuando se empezaba a hablar sobre la Psicología y la terapia, a veces se asociaba erróneamente con que tus problemas “tenían que ser desmesurados” o te encontrabas con una “situación crítica” en tu salud mental. Hoy en día esta creencia errónea ha sido reestructurada en muchos casos, de modo que es menos frecuente creer que la terapia está asociada exclusivamente a los problemas graves de salud mental.

Sin embargo, aún hoy en día, de vez en cuando, podemos escuchar a alguna persona que puede creer o preguntarse si el hecho de ir a terapia significaría que es menos fuerte. Esta creencia suele ir ligada a otra creencia desadaptativa, la cual relaciona la vulnerabilidad con la debilidad. Las personas que han aprendido erróneamente esta creencia, suelen haber crecido en entornos donde las emociones desagradables (como la tristeza o el enfado) han sido tabú y/o invalidadas.

Por ejemplo: Cuando María era pequeña y expresaba que se sentía triste por algo que le había ocurrido y se lo decía a sus padres, estos le respondían que <<había gente que estaba mucho peor>>, que eso no era <<para quejarse tanto>> y que <<se pusiese ya bien>>. De este modo, María sintió que su emoción no era válida y que no podía manifestarla, pues la respuesta que obtenía de su entorno no le ayudaba a gestionar esa emoción. De este modo su experiencia repetida en el tiempo, le haría compartir menos esas emociones desagradables y asociar esas emociones a un asunto suyo privado.

Es decir, cuando alguien adquiere este tipo de creencia desadaptativa (que no te ayuda a adaptarte en el mundo) probablemente tenderá a expresar menos sus emociones desagradables, por lo que tendrá dificultades en el establecimiento de límites y en el manejo de la asertividad.

Estas dificultades aparecerán porque para poder establecer límites, has de poder comunicarle a la otra persona cómo te hace sentir ese comportamiento que ha tenido lugar, por ejemplo: me siento incómoda cuando nos enfadamos y no nos despedimos, necesito… Para que puedas establecer ese límite (esto no gusta cómo me hace sentir, necesito…) has de expresar cómo te influye emocionalmente esa situación o la conducta de esa otra persona. Además, para poner esto en marcha, se utiliza la comunicación asertiva a través de la cual defiendes tus derechos, expresas tus emociones y necesidades.

 En relación con esto, cuando alguien manifiesta “¿si voy a terapia es que no soy fuerte?” en realidad no está hablando sobre la terapia si no sobre lo que ha aprendido en su historia de vida y de algo que le está dificultando en la actualidad, como aprender a relacionarse con esas emociones de otro modo y adquirir recursos que le faciliten esa gestión emocional.

Las emociones, tanto agradables como desagradables, necesitan ser procesadas. Cuando este proceso se ve bloqueado (se niegan, se evitan, se rechazan…) la gestión emocional se ve dificultada, interrumpida y puede producir un bloqueo de la emoción, así como la aparición de otras dificultades como el adecuado establecimiento de límites, que hablábamos con anterioridad, que, cuando se ve afectado, interfiere en las relaciones interpersonales.

Estos pensamientos pueden generar sufrimiento y forman parte del estigma mental de la Salud Mental que, aunque está siendo superado progresivamente, aún aparecen en situaciones como esta. Desde Psicalma os invitamos a abrazar estas heridas emocionales que han podido quedarse congeladas por experiencias pasadas y a pedir ayuda para trabajar estas creencias que, aún teniendo o no consciencia de ellas, tanto pueden llegar a interferir en el día a día.

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