Es egoista poner límites a los demás

¿Es egoísta poner límites a los demás?

Algunas veces nos encontramos con personas en consulta que tienen dificultades para poner límites a los demás. Cuando profundizamos algo más en esta cuestión, aparecen creencias distorsionadas como por ejemplo: “se enfadarán si les digo que no” “no quiero molestar” “pensaba que podría aguantarlo aunque me molestase” “pensé que tenía que priorizar a los demás… no quiero parecer egoísta…”

Aunque suelen aparecer muchas más respuestas relacionadas con este asunto, lo que ponen de manifiesto es una dificultad para expresar lo que necesitan, piensan o sienten. De este modo, la persona suele “aguantar” hasta que no puede más y, en ocasiones, puede acabar en un estallido. Para entenderlo mejor, es como si fuésemos un volcán que se va activando poco a poco: este volcán va mandándonos ciertas señales antes de llegar a desbordarse pero, si no prestamos atención a estas señales y hacemos algo con ellas, terminará por explotar:

Una vez que esto ha ocurrido, además, suelen aparecer emociones que las personas identifican como desagradables, entre ellas, la más repetida es la culpa, ya que cuando han llegado al nivel rojo del volcán no han podido comunicar a la otra persona lo que pensaban o sentían con un estilo asertivo si no con uno más agresivo.

Así, la persona se está moviendo desde un estilo pasivo a un estilo agresivo, es decir, de un polo a otro que le genera malestar:

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Con frecuencia, hay personas que presentan estas dificultades porque han aprendido que hay que priorizar el cuidado a los demás antes que a sí mismos asociándolo con ser <<bueno>> o <<malo>>, lo que se encuentra relacionado directamente con su valía como persona y dificultando poder cambiar este modo de actuar.

Sin embargo, esto es una creencia que no es real, ya que cada ser humano, por el hecho de ser persona, posee unos derechos asertivos que defienden sus necesidades frente al resto, respetando así a uno mismo/a y a los demás.

Es decir, en el ejemplo que se expuso al principio, la persona se encuentra en un sistema desigual, pues aunque está tratando de ser respetuosa con su entorno, no lo está siendo consigo misma. Es cuando este sistema está en equilibrio (podemos expresarnos nuestras necesidades mutuamente) cuando se logran relaciones que funcionan de un modo más sano y, también, más satisfactorio. Por último, como ya vimos en un post anterior, es importante también trabajar en estas ocasiones la autocompasión, es decir, la habilidad para dirigir también la compasión hacia nuestro yo interior.

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