Con anterioridad, hablamos sobre los Trastornos de la Conducta Alimentaria pero, como ya se indicó, muchas veces no se cumplen todos los criterios para su diagnóstico. Sin embargo, en muchas ocasiones están presentes comportamientos relacionados que, cada vez, son más frecuentes.
Bajo la influencia de, por un lado, una sociedad que refuerza la delgadez y, por otro (entre otras variables), las diferentes condiciones y experiencias que presenta la persona a lo largo de su vida, pueden aparecer emociones como:
- culpa, ansiedad o malestar emocional en relación con la comida,
así como algunas “reglas” que dirigen:
- cuánto puedes comer y
- qué hacer para que esta ecuación se mantenga si se ha incumplido la regla
a través de, por ejemplo, conductas de compensación (como podría ser el vómito inducido) o la restricción (dejar de ingerir alimentos).
De este modo, esta dinámica puede hacerse más presente en estas épocas, donde las reuniones sociales suelen girar en torno a la comida. Así, pueden aparecer emociones o situaciones como los siguientes ejemplos:
- Sentimientos de culpa acompañados del pensamiento “he comido más de lo que me permito”, “no debí haber comido tanto… voy a engordar”.
- Tener pensamientos en bucle sobre el postre que comiste y que “no entraba en tus planes”.
- Pesarse a diario o casi todos los días.
- Temor a la báscula por miedo a haber subido de peso.
- Sentir rechazo al mirarse sin ropa frente al espejo.
En consulta, aparecen estas emociones y creencias distorsionadas sobre el peso, la imagen, la autoestima… así como la necesidad de reconocimiento y aceptación de los demás a través del propio cuerpo. Estas emociones, conductas y/o pensamientos que bombardean el cerebro pueden resultar muy agotadoras, incluso, desesperantes, ya que se puede vivir como una lucha interna que, aunque su intensidad pueda ser más alta o baja (según el momento), no cesa.
Desde la Psicología, ya se ha estudiado el efecto psicológico que las dietas restrictivas generan al considerar ciertos alimentos como prohibidos. Podría creerse erróneamente que disminuirán su atractivo o que no querrán consumirse, sin embargo: aumenta el deseo hacia ellos, lo que con frecuencia va acompañado de ansiedad en la relación con la comida.
En relación con lo anterior, esto se ve explicado, en parte, porque:
- no existen alimentos prohibidos o aptos como tal, sino que su impacto se ve influido por la frecuencia con la que se consuman.
El objetivo es alcanzar un EQUILIBRIO donde haya un porcentaje mayor de alimentos con propiedades de mayor interés y un porcentaje menor pero existente en la dieta con propiedades de menor interés.
Este equilibrio ha de trabajarse mente – cuerpo – alimentación, siendo óptima la posibilidad de contar con un equipo multidisciplinar. Paradójicamente, a través de la búsqueda para aliviar el malestar o esa aceptación externa, este se ve aumentado. La forma en la que sentimos, pensamos o el comportamiento que estamos llevando a cabo en relación con la comida es solo lo visible de un problema más profundo que ha de trabajarse psicológicamente de la mano de un profesional. Desde Psicalma te invitamos a que, si te has visto representado/a en algo de lo expuesto con anterioridad, te pongas en contacto para acompañarte en este camino ya que sí hay salida a estas problemáticas.