La autocompasión hace referencia a vernos con ojos amables, a cuidar de nuestro yo interior, es decir, a dirigir la compasión que solemos emitir hacia los demás también hacia nuestro interior.
Esta autocompasión no siempre es aprendida por las personas, sino que, en numerosas ocasiones, se observa cómo algunas veces esta se ve impedida, erróneamente, por otros procesos psicológicos.
Especialmente, se encuentra ausente en dos estilos psicológicos de comportamiento:
- Cuando la persona tiene un protagonista rol de cuidador: en ocasiones, cuando una persona se encuentra en este rol por determinadas circunstancias o porque ha aprendido a relacionarse con el mundo desde ahí, sí pone en marcha la compasión hacia los demás pero presenta dificultades para dirigir esa compasión hacia sí misma.
- Cuando la persona tiene un importante rol de juez con los demás: existen algunos comportamientos desadaptados (que producen malestar) donde predomina la crítica repetida hacia las otras personas. Algunas veces, esto se encuentra relacionado con heridas emocionales de valía que les hace sentirse inferiores al resto. Esta falsa creencia o rechazo hacia sí mismos la vuelcan en los otros, por lo que no practican la compasión hacia fuera porque tampoco pueden aceptarla hacia dentro.
Se distingue de la autoestima en que esta se define como el grado de valoración que hacemos de cómo y quiénes somos, mientras que la autocompasión es la forma de relacionarse con uno mismo, es nuestra relación más importante y sin la que no podríamos vivir.
Esta falta de autocompasión, de tratarse con aprecio y abrazar lo que nos está ocurriendo, se ve especialmente en aquellas personas que, en situaciones que generan dolor, se tratan a sí mismas con castigos y exigencias, invalidando su derecho a sentir y procesar su vivencia.
Relacionado con lo anterior, fue en 1989 cuando el Dalai Lama fue preguntado por el odio a sí mismos que sienten algunas personas. En un principio, no comprendió esta expresión y, tras unos momentos, concluyó que es algo erróneo, ya que todos los seres humanos, por el hecho de serlo, somos válidos. Siguiendo con ello, definió la compasión como:
“Compasión significa respeto, la vida de otros, los derechos de los otros, sin importar sus opiniones.
Tras este apunte, la autocompasión es entendida desde el punto de vista de la Psicología como una forma de aceptación de la persona en una situación que genera malestar. Los estudios recopilados sobre la autocompasión han concluido que esta tiene un efecto protector sobre los efectos negativos en la vida, no en su existencia si no en el impacto que nos generan. Además, una mayor autocompasión se relaciona con una menor ansiedad, depresión o vergüenza, así como con una mayor satisfacción con la vida.
La autocompasión se puede trabajar, ya que cuando hay problemas en esta también suelen estar relacionados con otros aspectos o constructos psicológicos como el autoconcepto o la autoestima, por lo que si no se ha tenido la oportunidad de desarrollar una relación sana con uno mismo, esta situación puede ser modificada en terapia.