Tecnología y Ciberbullying

La tecnología es un medio que, cuando se introdujo en la sociedad se explicitaron sus beneficios pero, la realidad es que también puede suponer un peligro según el uso para el que se emplee. El dominio de la tecnología implica una adaptación constante y un esfuerzo en el ejercicio de conocer y saber utilizar este campo. En el caso de los adultos que carecen de dominio de las TIC’s, se encuentran en desventaja tecnológica y formativa respecto a sus hijos, que generalmente son introducidos en las mismas formalmente, en el ámbito escolar, e informalmente, en el grupo de amigos. Esto supone una dificultad en la incorporación de los progenitores en el medio tecnológico, ya que, disponen de menos recursos y familiaridad para introducirse en esta.

Hay distintas formas de violencia que tienen cabida en la red: el acoso sexual, la intimidación, divulgación de actos violentos, la pornografía y las sectas, son algunas de ellas. Según la Asociación Protégeles, el 28% de los menores visionan páginas de pornografía. En lo que respecta a la pornografía infantil, ésta constituye el 50% de los delitos que se cometen en Internet, utilizando este recurso mayoritariamente como mecanismo para la difusión y venta de material, aunque también como medio para que los pederastas, a través de falsas identidades en salas de chat infantiles, contacten con menores que se convertirán en nuevas víctimas de sus abusos.

Para los adolescentes, Internet es un medio de comunicación crucial que no tienen la necesidad impuesta de adaptarse a la red porque han crecido con esta como algo cercano y cotidiano, como un ingrediente más en sus vidas. Entre esta nueva generación con un alto dominio de las TIC’s, se encuentran también los alumnos agresores, quienes han sabido aprovechar los recursos disponibles para abrir nuevos cauces de violencia, dando lugar a un nuevo tipo de bullying: el Cyberbullying.

Se consideran dos formas distintas de ejercer el Cyberbullying, una de ellas constituiría una vía paralela en la que el bullying ya ejercido es acompañado también por las tecnologías. La otra manera de Cyberbullying es cuando este ocurre sin antecedentes previos de bullying.

Los daños psicológicos del Cyberbullying suelen ser mayores a los del bullying, ya que, el agresor daña al agredido sin la necesidad de ser descubierto ni de ver la reacción de la persona a la que está dañando, lo que dificulta la aparición de la empatía.

Es importante que los colegios tengan planes de prevención e intervención desarrollados para saber cómo actuar y qué tipo de estrategias se han de usar.

Añadido a esto, hay una técnica para favorecer que la persona agredida o el espectador pida ayuda, ya que, muchas veces no se hace por miedo a las consecuencias al ser descubierto. Esta técnica consiste en introducir un buzón en el aula donde las personas del centro pueden escribir para pedir ayuda o informar de una situación que se está dando en la clase. De este modo, los profesores pueden tener un medio de comunicación con sus alumnos más seguro.

Algunas señales para identificar que esto está ocurriendo pueden ser:

– manifestación de tristeza

– poca motivación para asistir a la escuela

– bajo rendimiento académico

– ansiedad o irritación continua al consultar su teléfono, ordenador u otro dispositivo

– revisión frecuente de las redes sociales manifestando cambios repentinos de ánimo

– somatización: síntomas de daño o malestar psicológico que se expresan a través del cuerpo (dolor de cabeza o problemas gastrointestinales, por ejemplo). Ante situaciones extremas, los jóvenes llegan a sufrir altos niveles de estrés y ansiedad, tristeza profunda, disminución severa de su autoestima, poca motivación… entre otras.

La terapia psicológica es necesaria tanto para la persona que está emitiendo las conductas de bullying o Ciberbullying, como la persona agredida. Esto es necesario porque hay que reestructurar ideas que son erróneas y a través de las cuales se está actuando (por ejemplo en el agresor: imponer/dominar a la otra persona a través de la agresión, y en el caso del agredido: el mundo es un lugar violento e inseguro). Además, se han de abordar distintos objetivos que están mermados, entre los que se encuentran:

1) Mejorar sus habilidades sociales y asertivas

2) Aumentar su autoestima: favorecer una autoestima positiva. La persona agredida puede tener una visión de sí mismo negativa al ser rechazado por los iguales. La persona que agrede tampoco tiene una autoestima positiva (aunque no lo muestre o lo niegue), ya que, necesita situarse por encima de un igual para sentir que tiene control (un control que considera necesario y percibe que no tiene).

3) Desarrollar habilidades de resolución de problemas

4) Reforzar sus habilidades de comunicación.

El acceso a un plan establecido y regulado por la institución educativa seguido en paralelo por una intervención terapéutica mediante terapia psicológica, son necesarios para reducir el impacto de este fenómeno, ya que, estas formas de relación no solo están constituyendo un problema en el presente, sino también en el futuro y en la forma de ver el mundo.

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