Perfeccionismo

El día en el que el perfeccionismo se volvió contra mí

Muchas veces hemos podido escuchar cómo alguien se ha descrito a sí mismo como perfeccionista, esto, como dato único, no tiene por qué ser negativo.

Aunque hay que tener en cuenta que, muchas veces hay personas que se identifican con esta forma de entender el mundo (persiguen alcanzar el éxito y señalan que las cosas han de hacerse perfectas) estando acompañadas de una voz crítica, la autoexigencia y es cuando pueden aparecer los problemas.

Cuando esto ocurre, este tipo de perfeccionismo se denomina perfeccionismo clínico, el cual toma como referencia estándares de muy alto desempeño y con una preocupación progresiva hacia el error y/o la opinión del otro (por ejemplo: que me de reconocimiento o demostrar mi valía).

Por otro lado, la voz crítica, o autocrítica, hace el papel de alguien que nos evalúa o nos juzga. Se comporta de modo que, aunque lo que estemos haciendo sea adecuado o tengamos derecho a hacerlo, esta autocrítica seguirá lanzando mensajes de que eso no está siendo suficientemente bueno.

  • ¿Cómo sería un modelo de autocrítica adecuado?

Hay algo fundamental en esta diferencia de autocrítica adecuada o inadecuada y es cómo nos sentimos y qué obtenemos con estos mensajes. Si este discurso aparece cuando estamos llevando a cabo comportamientos que no son útiles o buenos, puede aparecer en nosotros un discurso en el que esto se haga manifiesto y cambiar esas conductas, de modo que se adoptará un comportamiento diferente y la emoción será agradable. En este caso, la persona ha percibido que es capaz no sólo de identificar aquello que no es útil sino que habrá comprobado que puede llevar a cabo ciertos cambios para obtener algo mejor.

Sin embargo, desde la terapia se observa en muchas ocasiones que las personas que tienen un perfeccionismo clínico evalúan lo que están haciendo de forma sesgada, incierta, por lo que no solo no reconocen sus logros (por ejemplo: hice un buen trabajo pero es que el tema que propusieron me era fácil… tuve suerte), sino que pueden incluso menospreciarlos (con frases como: bueno en realidad lo que hice no fue para tanto… era mi obligación actuar así…)

Esto puede acabar afectando la autoestima (valoración que hacemos de nuestra persona, de lo que creemos que somos), esto es debido a que se suele generalizar un momento puntual en el que se ha cometido un error (siempre es igual… no hay nada que se me de bien) formándose una idea de sí mismo/a como incompetente.

Es importante prestar atención a un aspecto de la autocrítica, ya que no tiene por qué aparecer frente a los demás (o exclusivamente) sino que también puede ser frente a los estándares propios que la persona ha incorporado.

A continuación se muestran distintos ejemplos que presentan sesgos abordables en terapia:

  1. Evidentemente soy una inútil… porque me siento así
  2. La única forma de no sentirme tonto sería lograr un ascenso
  3. Si no saco todas las notas bien no seré tan inteligente como dicen

Desde la Psicología, se conoce el agotamiento que puede sentir alguien que tiene presente este discurso en su día a día y que, a veces, puede estar tan integrado que la persona no es consciente de que está ahí. El tratamiento psicológico enseña a la persona a deconstruir este tipo de perfeccionismo clínico, reduciendo ese malestar y aprendiendo a pensar de una forma más adaptativa.

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