El poder de la mente

El poder de la mente

La curiosidad del ser humano por entender y tratar de acercarse a la mente ha estado presente casi desde nuestros orígenes. Preguntas tan amplias y extendidas en las personas como ¿quiénes somos en realidad?, ¿qué función tienen nuestras emociones? ¿cómo influye mi personalidad? o ¿cuáles son las ideas que nos dirigen? son a las que la Psicología trata de dar respuesta, la ciencia que explica cómo actuamos, pensamos y sentimos.

Estos 3 aspectos (pensamiento, emoción y acción) pueden guiar el transcurso de los comportamientos de las personas y, por tanto, los objetivos o su camino a recorrer, así como el impacto que las situaciones generarán en ellas.

Por tanto, cuando una persona acude a consulta psicológica (algo muy variable, desde un problema concreto, un malestar generalizado o, por ejemplo, un crecimiento personal) hay que analizar qué es lo que le ha llevado a pensar, actuar y sentir de la forma en la que hasta ese día que acude lo está haciendo. Esto se torna un aspecto revelador para la persona ya que entiende de dónde viene y qué función están cumpliendo estos aspectos en su vida.

¿Qué ocurre en el transcurso terapéutico?

En este proceso terapéutico la persona comprende de dónde viene y por qué ha podido seguir una trayectoria u otra. Desde este camino habrá aspectos que, tras su aceptación o reestructuración, provocarán cambios en cómo se relaciona con el mundo y en cómo lo percibe.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la mente es una herramienta muy poderosa, puede guiar las vivencias, situaciones y la forma de entender las cosas desde un plano diferente a lo conocido previamente, puede mover límites y, en definitiva, establecer nuevas formas de vivir. El hecho de que la Psicología señale a la mente como un medio es fundamental ya que, uno de los principales errores es creer que eres lo que piensas, es decir, identificarse con la mente.

Este aspecto es complejo, y ha de ser trabajado terapéuticamente con las características personales de cada uno. La no identificación con la mente hace referencia a que las personas, necesitamos hacer un buen uso de la mente siendo conscientes de que somos más que aquello que pensamos o que construimos racionalmente. Para entenderlo mejor, introduciremos un pequeño ejercicio:

è Imagina un espacio en el que te sientas seguro/a, este lugar puede ser la playa, quizás la montaña o el mar. Visualiza un momento en el que estuviste plenamente consciente, en el que podías estar presente y sentir tu respiración,,, quizás al escuchar el ruido de las olas, el canto de los pájaros o la luz del sol…

Este sitio seguro alude al constructo psicológico de estar presente (presence, presencia), la identificación de la persona con estar presente en el mundo y ser válida por ello, por la dignidad de ser reconocido como ser humano.

Cuando la mente impide esta conexión de la persona con el mundo real y aisla a la persona de ello, por ejemplo, viviendo en un futuro que trae ansiedad o en un pasado que genera melancolía o tristeza, el uso que se está haciendo de la mente es inadecuado y generador de problemas.

Relacionado con esto, hacer un uso excesivo o inadecuado de nuestra racionalidad dificultará la relación con el presente, viviendo con fantasmas (pasados o futuros) pero no en el momento actual, puesto que esos fantasmas cobrarán sentido por el significado que les demos en el ahora.

Desde Psicalma se aprende a trabajar y entender el origen, el transcurso de nuestro desarrollo, así como los planteamientos futuros pero con el objetivo de poder guiar el presente de acuerdo a los valores actuales de la persona.

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